—Veme
a los ojos, dime ¿lo quieres?
—No
sé.
—No,
veme a los ojos y contéstame, ese "no sé" esta muy gastado.
—Si,
en verdad lo quiero. Pero...
—¿Pero...?
—El
problema es que a el es al que no puedo ver a los ojos sin llorar, sin
derrumbarme, sin morir por dentro, sin recordar todos esos momentos, sin querer
besarlo y abrazarlo con todas mis fuerzas, es eso.
—¿Porqué
no simplemente se lo dices y dejas de ignorarlo? El también te quiere, a el
también le duele ver que seas así con él, le duele que intentes olvidarlo con
otros cuando sabes a la perfección que no puedes.
—No
quiero decirle cuanto le quiero, por el simple hecho de que no quiero que sepa
que sigue siendo mi debilidad, que sigo muriendo por él, que verlo y hablar con
él solo hace mi mundo más triste. Él no dejó de ignorarme las noches que
lloraba desconsolada, nunca dejó de ignorar mis llamadas cuando más necesitaba
escuchar al menos su voz, no dejó de rechazar mis invitaciones para vernos, me
parece estúpido darle mi completo amor y atención por que por primera vez se
siente solo, por que por primera vez no tiene con quien jugar, a quien tratar
como su tonta, no tiene quien se preocupe por él, quien le dedique meses de su
vida sin nada a cambio. Por que el jamás dejara de ignorar cuanto le quiero.
Después
de aquella conversación con el mejor amigo de aquel chico que rompió en mil
pedazos cada sueño y esperanza de ella, ambos, sin nada más que decir, él se había dado
cuenta que la chica que estaba enfrente de él que estaba apunto de romperse en
lágrimas, tenía razón, su amigo era un jodido idiota por haber ignorado todo lo
que esta chica le había querido desde el primer momento en que sus miradas se
encontraron.
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