miércoles, 6 de agosto de 2014

Cruda, pero verdadera realidad.

—Veme a los ojos, dime ¿lo quieres?
—No sé.
—No, veme a los ojos y contéstame, ese "no sé" esta muy gastado.
—Si, en verdad lo quiero. Pero...
—¿Pero...?
—El problema es que a el es al que no puedo ver a los ojos sin llorar, sin derrumbarme, sin morir por dentro, sin recordar todos esos momentos, sin querer besarlo y abrazarlo con todas mis fuerzas, es eso.
—¿Porqué no simplemente se lo dices y dejas de ignorarlo? El también te quiere, a el también le duele ver que seas así con él, le duele que intentes olvidarlo con otros cuando sabes a la perfección que no puedes.
—No quiero decirle cuanto le quiero, por el simple hecho de que no quiero que sepa que sigue siendo mi debilidad, que sigo muriendo por él, que verlo y hablar con él solo hace mi mundo más triste. Él no dejó de ignorarme las noches que lloraba desconsolada, nunca dejó de ignorar mis llamadas cuando más necesitaba escuchar al menos su voz, no dejó de rechazar mis invitaciones para vernos, me parece estúpido darle mi completo amor y atención por que por primera vez se siente solo, por que por primera vez no tiene con quien jugar, a quien tratar como su tonta, no tiene quien se preocupe por él, quien le dedique meses de su vida sin nada a cambio. Por que el jamás dejara de ignorar cuanto le quiero.


Después de aquella conversación con el mejor amigo de aquel chico que rompió en mil pedazos cada sueño y esperanza de ella, ambos, sin nada más que decir, él se había dado cuenta que la chica que estaba enfrente de él que estaba apunto de romperse en lágrimas, tenía razón, su amigo era un jodido idiota por haber ignorado todo lo que esta chica le había querido desde el primer momento en que sus miradas se encontraron.


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